Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
VIAJE A LA AMÉRICA MERIDIONAL I



Comentario

CAPITULO IV


Del vecindario de Cartagena. Su calidad, distincion de

castas, su origen, genio y costumbres



61 Supuesta yá la noticia de la ciudad de Cartagena en quanto á sus edificios y fabrica, es consiguiente passar á darla particular de los habitadores que forman su vecindario. Este, pues, se divide en varias castas producidas de la union de blancos, negros y indios, de que por su orden havremos de tratar.



62 El vecindario blanco que habita en Cartagena se puede subdividir en dos especies: una de los europeos y otra de los criollos ó hijos de aquel país. Los primeros, á quienes dan el nombre de chapetones, no son en muy crecido numero porque ó bien se restituyen a España luego que han hecho un mediano caudal ó bien passan á las provincias interiores á mejorar su fortuna; los que allí hay mantienen las casas de comercio y son los que desfrutan mas floridos caudales; otros, por el contrario, están reducidos á miseria, y muchos de ellos, á vivir de su trabajo personal. Las familias de criollos blancos son las que posseen los bienes de tierra ó haciendas, y, entre estas, hay algunas de mucha distincion porque sus ascendientes passaron á aquellos parages con empleos honorificos y, llevando sus familias, quedaron establecidos allí y han procurado mantenerse en el lustre de sus antepasados casando ó yá con sus iguales del país ó de los europeos que van en las armadas, bien que en otras no dexa de experimentarse decadencia de su primera distincion.



63 Otras familias hay tambien de gente blanca, aunque pobre, que ó están enlazadas con las de castas ó tienen su origen en ellas y, assi, participan de mezcla en la sangre pero quando no se distingue esta por el color, les basta el ser blancos para tenerse por felices y gozar de esta preferencia.



64 Continuando en las otras especies de gente, las que se originan de la mezcla de blancos y negros, podemos contar la primera la de los mulatos, tan conocida de todos que no necessita mayor explicacion; despues, la de tercerones, que proviene de mulato y blanco y empieza á acercarse á este ultimo, aunque el color no dissimula todavia su origen y calidad. Los quarterones entran despues de los antecedentes y, como se dexa inferir, provienen de blanco y tercerón; y luego los quinterones, de blanco y quarterón. Esta es la ultima que participa de las castas de negro, y, quando llegan á este grado, no es perceptiblle la diferencia entre los blancos y ellos por el color ni facciones; y aun suelen ser mas blancos que los mismos españoles. La generacion de blanco y quinterón se llama yá español, y se considera como fuera de toda raza de negro, aunque sus abuelos, que suelen vivir, se distinguen muy poco de los mulatos. Es tanto lo que cada uno estima la gerarquia de su casta y se desvanece en ella que, si por inadvertencia se les trata de algun grado menos que el que les pertenece, se sonrojan y lo tienen á cosa injuriosa, aunque la inadvertencia no haya tenido ninguna parte de malicia, y avisan ellos al que cayó en el defecto que no son lo que les ha nombrado y que no les quieran substraer lo que les dió su fortuna.



65 Antes de llegar al grado ó gerarquia de quinterones, se ofrecen muchas intercadencias que les embarazan el llegar á ella porque entre el mulato y el negro hay otra casta que llaman sambo, originada de la mezcla de alguno de estos dos con indio ó entre sí; y se distinguen tambien segun las castas de donde fueron los padres: entre el tercerón y mulato, quarterón y tercerón, y assi en adelante son los hijos tente en el ayre porque ni abanzan á salir ni retroceden. Los hijos de quarterones ó quinterones por la junta con mulatos ó tercerones, y lo mismo los de estos y negros, tienen el nombre de salto atrás porque, en lugar de adelantarse á ser blancos, han retrocedido y se han acercado á la casta de los negros. Tambien, todas las mezclas desde negro hasta quinterón con indio se denominan sambos de negros, mulato, tercerón, etc.



66 Estas son las castas mas conocidas y comunes no porque dexe de haver otras muchas que provienen de la union de unos con otros, y son de tantas especies y en tan grande abundancia que ni ellos saben discernirlas ni se ve otra gente en todas las calles de la ciudad, en las estancias y en los pueblos, y por casualidad se encuentran personas blancas, especialmente mujeres, porque las que legitimamente lo son viven con algun recogimiento en sus casas.



67 Desde la casta de mulatos inclusive, todas las demás visten como los españoles, aunque unos y otros de ropa muy ligera porque no permite otra el clima del país. Ellos son los que trabajan en todo genero de oficios mecanicos de las ciudad, lo que no executan los blancos, ó sean criollos ó chapetones, los quales tienen á grande afrenta el buscar la vida en estos exercicios y solo se dedican á la mercancia; pero como no todos pueden tener fortuna en ella ni quien los fomente con creditos, se ven muchos perdidos por no querer emplearse en los exercicios que aprendieron y usaron en sus países y, muy distantes de lograr las riquezas que imaginaron posseer quando concibieron el nombre de Indias, llegan á experimentar el ultimo extremo de miseria y de infelicidad.



68 Entre todas las castas no es la de menor numero la de los negros. Estos se conciben en dos estados, que son libres y esclavos; y uno y otro en otros dos, que son criollos y bozales; una parte de estos ultimos está empleada en el cultivo de las haciendas ó estancias. Los que habitan en la ciudad se exercitan en los trabajos recios con que ganan su jornal y de él dan á sus amos un tanto diariamente y se mantienen de lo que les queda. La fuerza de los calores no permite que puedan usar de ropa alguna y assi andan siempre en cueros cubriendo unicamente con un pequeño paño lo mas deshonesto de su cuerpo. Lo mismo sucede con las negras esclavas, de las quales unas se mantienen en las estancias casadas con los negros de ellas y otras en la ciudad ganando jornal; y para ello, venden en las plazas todo lo comestible y por las calles las frutas y dulces del país de todas especies y diversos guisados ó comidas, el bollo de maíz y el cazabe, que sirven de pan, con que se mantienen los negros. Las que tienen hijos pequeños y los están criando, que son casi todas los llevan cargados sobre las espaldas para que no les puedan estorvar el manejo de los brazos; y cuando quieren darles de mamar, les muestran el pecho por debaxo de ellos ó por encima del hombro y de esta suerte, sin moverlos, les dan el alimento. Sería esto increible á los que no lo han visto si no consideraran que el tener los pechos sin ninguna sujecion los hace crecer tanto que muchas veces les llegan mas abaxo de la cintura, y assi no es dificil echarlo sobre el hombro para que la cria pueda tomarlo.



69 El vestuario que usan, assi hombres como mugeres blancas, se distingue poco del que se acostumbra en España. Los hombres de republica visten en cuerpo, como en Europa, pero con la diferencia de que toda la ropa que usan es ligera, tanto que por lo ordinario hacen las chupas de Bretaña y lo mismo los calzones y las casacas de algun genero muy sencillo, como de tafetán, de todos colores porque el uso se entiende sin limitacion de ningunos. Lo mas comun es no usar pelucas, y, quando estuvimos allí, solo se notaba este adorno en el governador y algun oficial de la plaza, aunque muy raros. Tampoco acostumbran corbata sino solo el cabezón de la camisa con unos botones de oro gruessos, y las mas veces desabrochados; y en las cabezas llevan unos virretes blancos de algun lienzo muy delgado, y otros van con ellas totalmente descubiertas y cortado el pelo contra el casco. A esto se agrega la costumbres de llevar abanicos para hacerse ayre, texidos de una especie de palma muy fina y delgada y á la manera de media luna con un cabo en el medio hecho de la misma palma. La gente de color y la que no es de familias distinguidas usan capa y sombrero redondo, bien que algunos, aunque sean mulatos y muchas veces negros, se visten en cuerpo como los españoles y principales del país.



70 Las mugeres españolas usan una ropa que llaman pollera, y pende de la cintura; esta es hecha de tafetán sencillo y sin aforro porque los calores no les permiten otra cosa; y de medio cuerpo arriba, un jubón ó almilla blanca muy ligera, y este solo en el tiempo que allí llaman ibierno porque en el de verano no lo usan ni pueden sufrir, pero siempre se fajan para abrigar el estomago. Quando salen á la calle, se ponen manto y basquiña y tienen por costumbre ir á missa los dias de precepto á las tres de la mañana para librarse del calor, que empieza á entrar con la claridad.



71 Aquellas que legitimamente no son blancas se ponen sobre las polleras una basquiña de tafetán de distinto color, pero nunca negro, la qual está toda picada para que se vea la de abaxo, y cubren la cabeza con una como mitra de un lienzo blanco, fino y muy lleno de encages, el qual, quedando tiesso á fuerza de almidón, forma arriba una punta, que es la qué corresponde á la frente; llamanle el pañito y nunca salen fuera de sus casas sin él y una mantilla terciada sobre el hombro. Las señoras y demás mugeres blancas se visten á esta moda de noche, y el trage les sienta mejor que el suyo porque, criandose con él, lo manejan con mas ayre. No usan zapatos calzados dentro ni fuera de sus casas sino una especie de chinelas con tacón, donde solamente les entra la punta de los pies.



Quando están en sus casas, es su continuo exercicio estar sentadas en las jamacas, meciendose para coger algun ambiente, y entonces tienen el pantufo, que assi llaman á aquella moda de chinelas, fuera del pie. Es tanta la costumbre que tienen hecha á las jamacas que en todas las casas hay dos ó tres ó mas segun la familia; en ellas, passan todo lo mas del dia y muchas veces duermen tambien, assi hombres como mugeres, sin estrañar la incomodidad de no poder estender bien el cuerpo.



72 Notase por lo regular en ambos sexos el ser de entendimientos claros y comprehensivos y, consiguientemente, posseer hábiles y despiertos ingenios, y que tienen industria para trabajar muy perfectamente en las artes mecanicas. Esto reluce mas en los que se inclinan á las letras porque en la pequeña edad de aquella juventud se experimenta un particular lucimiento de la aplicación, adelantando la sutileza y claridad de sus entendimientos en termino muy breve, lo que en otros climas no consiguen sino a fuerza de mucho trabajo y alguna mas madurez. Durales prosperamente assi la aplicacion como el fruto de ella hasta la edad de 25 ó 30 años; y, desde esta, van en decadencia por los mismos passos y con la brevedad que subieron, y muchas veces aun antes de llegar a esta edad, que es en la que havia de empezar á labrar el trabajo producciones de cultivo, lo abandonan totalmente con una pereza natural que hace terminar progressos, de que la temprana penetracion daba las proporcionadas esperanzas, y perderse estas sin llegar á colmo los efectos de sus capacidades.



73 La causa principal que se conoce para que con tanta brevedad desfallezca la aplicacion y cessen los progressos en los entendimientos de aquellos naturales es, sin duda, la falta de objetos en que emplearse y en que tener el estímulo de lograr el adelantamiento correspondinte á el afán de sus tareas y el premio de sus estudios por carecerse allí de la ocupacion en exercitos y armadas y ser en corto numero los empleos literarios. El mirar, pues, distante la esperanza de su colocacion por aquel rumbo dá motivo á que, faltando el incentivo del honor y introduciendose facilmente el ocio, este abra el camino al vicio y sea causa que, abandonados á él, pierdan enteramente la accion de volver á ser dueños de la razon y de continuar con mas glorioso aplauso los buenos principios en que se exercitaron quando la menor edad y la sujecion ponia mas cotos á la malicia. Lo mismo que en las ciencias se experimenta en las artes mecanicas, pues con muy cortos fundamentos les basta para trabajar en ellas con mucho acierto, aunque los dexan imperfectos porque no se dedican á perfeccionarlas ni adelantar mas de lo que vieron hacer al que les enseñó. Tambien es digno de toda admiracion lo muy temprano que en aquel clima despiertan los entendimientos, pues se ve razonar á las pequeñas criaturas de dos á tres años de edad con mas formalidad que las que en Europa tienen seis o siete; y en tanta pequeñez que, apenas empiezan á ver la luz sin poderla distinguir, no ignoran quanto puede encerrar en sí la malicia.



74 A proporcion que en los ingenios de los americanos amanecía mas temprano la luz de la razon y la capacidad, se tuvo creido en Europa se les anticipaban tambien las tinieblas de la caduquez, desfalleciendo en ellos á los 60 años ó antes la firmeza del juicio, la penetracion del discurso y la madurez de la prudencia; y declinando al estado de decrépitos desde la altura de comprehension á que los havia conducido con tantas ventajas la disposicion natural del clima, pero de esta preocupacion vulgar los han vindicado yá los mas juiciosos talentos, y en su defensa se aplicaron los del célebre padre Fr. Benito Feijóo en el discurso 6 del tomo 4 de su Theatro Critico, y están voceando la falsedad de ella las propias experiencias de quantos con alguna reflexion y cuidado han viajado por aquellos paises y observado en el trato continuo de sus naturales de todas edades la constante igualdad de sus luces y subsistente capacidad de sus entendimientos; en aquellos á lo menos en quienes la falta de aplicacion ó abandono á los vicios no altera la regular disposicion de ellos y sus progresos. Assi, se reconocen personas de aventajada prudencia, grandes talentos y comprehension tanto en el manejo de las ciencias theoricas quanto en el de las prácticas, politica y moral, que permanecen en él hasta edades muy adelantadas.



75 Brilla en los naturales de Cartagena, sin excepcion de calidad ó gerarquia, la virtud de la caridad tanto que, si no fuera por la mucha que exercitan con los europeos recien llegados, casi todos los que van, como ellos dicen, á buscar fortuna experimentarian allí la ultima estacion de su vida con la miseria y enfermedades. Y porque este es assunto que merece ser sabido, aunque son muy comunes sus noticias entre los que han estado en aquel país, no omitiré decir alguna cosa de él que pueda servir de desengaño á los que, deseosos de posseer mas riquezas que las que gozan en sus patrias, se imaginan que las tienen conseguidas con transportarse á las Indias.



76 Luego que se desembarcan en aquella ciudad los que llaman en los navíos pulizones, que son hombres que no tienen otro empleo, caudal ni recomendacion que la de ir fugitivos y sin licencia de los tribunales á buscar fortuna á un país donde nadie los conoce, despues de andar vagando por todas partes la ciudad sin hallar hospedaje ni quien los alimente, llegan al ultimo recurso que es el de san Francisco, donde, aunque no quede satisfecha la hambre, á lo menos se entretiene con una sopa de cazabe, que, no siendo soportable para los del país, se dexa entender qué tal será para los pobres que no están acostumbrados á ella. Los portales de las plazas y pórticos de las iglesias corresponden de possada á huespedes de tal comida. Esto dura hasta que hallan coyuntura de agregarse á algun mercader que passe á las provincias interiores y quiera llevarlos consigo para servirle en el camino porque, entre los comerciantes de aquella ciudad que no lo necessitan, tienen poco cabimiento estos aventureros que verdaderamente lo son. A pocos días la estrañeza que percibe la naturaleza en aquel distinto clima, junto con el mal trato de las comidas y la continua desazon que no puede faltar en el animo viendo reducidas á miserias, tan grandes quanto nunca se puede ponderar bien, las vanas esperanzas de las riquezas que se prometian en su fantasía, los conduce á el infeliz estado de caer enfermos de lo que allí llaman chapetonada, sin tener otro recurso en esta extremidad que el de la divina Providencia porque el del hospital de San Juan de Dios que hay en aquella ciudad es ninguno respecto de que en él no reciben al que no paga. Aquí es donde se experimenta la caridad de aquellas gentes porque, compadecidas de verlos padecer en tal desamparo, las negras y mulatas libres los recogen y llevan á sus casas donde les assisten y curan á su costa con tanto cariño y puntualidad como si tuvieran una precisa obligacion á ello; al que muere, lo hacen enterrar de limosna y, aun, les mandan decir algunas missas. Las resultas de estas compassivas demostraciones suelen ser que, despues de recuperado en la salud el chapetón, agradecido á tanta fineza, ó se casa con la negra ó mulata ó con alguna de sus hijas y queda desde entonces establecido en un estado mucho más desdichado que el que pudiera tener en su patria, trabajando en lo que le ofrece la ocasion.



77 El desinterés de aquellas gentes en este particular es tanto que no se puede creer sea el fin de casarse el que promueve la caridad, pues muy frequentemente se experimenta que no quieren admitirlos ni para propios maridos ni para que lo sean de sus hijas porque no se quedan perdidos; y antes bien, ellas solicitan la ocasión de alguna persona á quien se agreguen á servir para que los internen en el país, unos á Santa Fé, Popayán y Quito, y otros del Perú, segun ellos se inclinan y contemplan ser mejor medio de buscar sus adelantamientos.



78 Los que se quedan en aquella ciudad, yá sea tan mal casados, como llevo referido, ó yá en otro estado infeliz para sus almas, que tambien es bien frequente, se aplican á pulperos, canoeros y otros exercicios semejantes, en que andan siempre mal vestidos y tan colmados de trabajos y desdichas que nunca olvidan la vida que tenian en sus tierras por muy mísera que fuesse; y quando llegan á verse mas dichosos despues de haver trabajado todo el dia y muchas veces parte de la noche, se han de conformar con algunos platanos, bollo ó cazabe, que tiene el lugar de pan, y un pedazo de tasajo, que es la carne de baca salada y despues seca, y suelen passarseles los años sin gustar el pan de trigo, que acaso nunca les faltaría en España.



79 Otros tan infelices como estos, y no corto numero, se retiran de la ciudad á alguna pequeña estancia, donde en una choza ó bujio de paja viven poco menos que irracionales, cultivando en sus pequeñas rozas las sementeras que puede producir el país para mantenerse con lo que les rinde su venta.



80 Lo mismo que queda dicho de las negras y mulatas, en que se deben entender comprehendidas todas las demas castas, se ha de suponer, en quanto á la caridad, de las mugeres y gente blanca, y que en todas especies son sus genios obsequiosos y agradables con extremo, reluciendo con mas particularidades esta virtud en el femenino sexo á proporcion que suele serle mas natural la compassion y el agrado.



81 En quanto á las costumbres de aquella gente, tienen algunas que difieren sensiblemente de las de España, y aun de las que se practican en las principales partes de Europa; las mas notables son el uso del aguardiente, cacao, miel y demás dulces y tabaco en humo, á que se agregan otras singularidades, que seguirán á estas en su explicacion particular.



82 El aguardiente tiene un uso tan comun que las personas mas arregladas y contenidas lo beben á las once del dia porque pretenden que con esta prevencion recupera el estomago alguna fuerza de la mucha que pierde con la sensible y continua transpiracion y que coadyuba á avivar el apetito; en esta se convidan unos á otros para hacer las once, pero esta precaucion, que no es mala quando se practica con moderacion, passa en mucho á hacerse vicio, y se embelesan tanto en él que, empezando á hacer las once desde que se levantan de la cama, no las concluyen hasta que se vuelven á dormir. Las personas de distincion de la ciudad usan para esto del aguardiente de España, pero la gente de baxa esphera y los negros que no tienen para tanto ocurren al del país, que se hace del caldo ó jugo que se saca de la caña dulce, y por esta razon tiene el nombre de aguardiente de caña; con que, el de esta especie tiene un consumo mucho mas crecido.



83 El chocolate, á quien allí conocen solamente por el nombre de cacao, es tan frequente que lo acostumbran tomar diariamente hasta los negros esclavos despues que se han desayunado; y para este fin, lo venden por las calles las negras que lo tienen yá dispuesto en toda forma y, con solo calentarlo, lo van despachando por jicaras, cuyo valor es un quartillo de real de plata, pero no es todo puro cacao porque este comun es compuesto de maiz la mayor parte y una pequeña de aquel; el que usan las personas de distincion es puro y trabajado como en España. Repiten el tomarlo una hora despues de haver comido, costumbre que no ha de dexar de practicarse en dia alguno, pero nunca lo usan en ayunas ó sin haver comido algo antes.



84 En la misma conformidad, es grande el consumo que hacen de los dulces y miel, pues, quantas veces en el discurso del dia se les ofrece beber agua, ha de ser precediendo el tomar dulce. Suelen preferir muchas veces la miel á las conservas y otros dulces de almibar ó secos porque endulza mas; en aquellos usan del pan de trigo de que solo para ellos y el chocolate se sirven, y esta la toman con torta de cazabe.



85 No menor es la passion que tienen al tabaco en humo, cuyo uso es general entre todas las personas sin excepcion de sexo ni calidad; pero las señoras y mugeres blancas lo chupan en sus casas, moderacion que no es practicada de las otras de castas ni de los hombres, los quales no distinguen de sitio ni ocasion. La moda de tomarlo es en pequeños cigarros, hechos y embueltos con el mismo tabaco; las mugeres se particularizan en el methodo de recibir el humo, que es poniendo dentro de la boca la parte ó extremo del tabaco que está encendido, y assi lo mantienen largo rato sin que se les apague ni ofenda el fuego de él; una de las finezas particulares que practican con las personas con quienes professan familiaridad y estiman es el encender por sí los tabacos y repartirlos entre las que están de visita, aunque sean de respeto, y, de rehusar el admitirlo, se averguenzan teniendolo á desayre, por cuya razon no se aventuran á ofrecerlos sino es á los que saben que lo usan. Las señoras de distincion aprenden esta costumbre desde que son pequeñas, y no es dudable que la contraen de las amas de leche que las crian, y son las mismas negras esclavas; y siendo tan comun entre aquellas personas de distincion, se comunica facilmente su uso á los que passan de Europa y hacen allí alguna residencia.



86 Entre los varios estilos que allí se experimentan en los naturales, es muy entablado el de los bayles ó fandangos á la moda del país, con los quales hacen sus festejos y celebran los dias señalados. Estos son mas comunes siempre que hay en aquella bahía armadas de galeones, guarda-costas ú otros navios que vayan de España y, en estas ocasiones, van acompañados de gran desorden porque concurren á ellos las tripulaciones de los navios y son los que lo llevan consigo. Quando estas diversiones se hacen en las casas de distincion, son honestas y sossegadas; y baylando en los principios algunas danzas que imitan á las de España, continúan despues con las del país, que son de bastante artificio y ligereza, á que acompañan con correspondientes canciones, y suelen durar regularmente unas y otras hasta el amanecer.



87 Los fandangos vulgares del populacho consisten principalmente en mucho desorden de bebida de aguardiente y vino, á que se siguen indecentes y escandalosos movimientos, de los quales se componen las piezas que danzan; y como en el intermedio que duran estas funciones no dexan de beber, al fin paran en riñas, de donde rara vez dexa de seguirse desgracia. Quando se hallan en aquella ciudad forasteros, son estos los que los disponen y costean; y como son a puerta franca y no se les escasean á ninguno de los que entran los licores, no dexan de ser crecidos.



88 Tambien se notan algunas particularidades en los duelos funerales ó mortorios siendo una la grandeza y señorío que procuran obstentar en ellos, aunque á costa de la propia comodidad. Quando el difunto es persona de distincion, colocan el cuerpo sobre un sumptuoso féretro que hacen en la pieza principal de la casa y lo acompañan de numero de cirios encendidos, en cuya forma lo mantienen las veinte y quatro horas regulares ó mas tiempo, sin cerrarse las puertas de la casa para que puedan entrar y salir á todas horas las personas que tienen conocimiento en ella, y generalmente todas las mugeres de baxa esphera de la ciudad, que es costumbre el que vayan á llorar al difunto.



89 Van, pues, vestidas de negro, por lo regular de parte de tarde y en el discurso de la noche, y, assi entran en la pieza donde está el cuerpo, á el qual se acercan y, unas veces puestas de rodillas junto á él y otras en pie y, lo mas comun, como queriendolo abrazar, dan principio á sus clamores con un ayre lloroso mezclado con desaforados gritos, en los quales se dexa entender el eco de que lo llaman por su nombre; y despues de haver hecho varias exclamaciones, continúan refiriendo sin mudar de tono ni desapacibilidad todas quantas propiedades buenas y malas tenia quando vivia, sin exceptuarse de esta lamentable relacion aquellas impuras costumbres ó flaquezas que le conocieron con tanta puntualidad y expression de las circunstancias que no puede ser mas individual una confession general. Fatigadas las que están en este exercicio despues de haverse empleado en él algun rato, se retiran á uno de los rincones de la sala donde hacen poner los dolientes una botija de aguardiente y otra de vino y beben de lo que mas les gusta, pero luego que se apartan del cuerpo, llegan otras; y assi, se van remudando hasta que no hay mas que vayan de afuera. Entonces, continúan la misma ceremonia las criadas esclavas y las que han sido familiares de la casa y permanecen en ello todo el discurso de la noche; con que, se dexa comprehender la confusion que causará aquella tropa de desentonados alaridos.



90 Concluido el entierro, que va acompañado de la misma algazara, permanece el duelo en la casa por nueve días, y los pacientes, assi hombres como mugeres, no se han de mover del parage, donde reciben los pésames. Todas las personas que tienen amistad ó parentesco con ellos les han de acompañar las nueve noches desde que obscurece hasta que quiere volver á salir el sol; con que, el sentimiento es verdadero para todos, para los del duelo por la pérdida de la persona y para aquellos que les acompañan por la incomodidad que passan en las noches.